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HISTORIA DE LAS CIUDADES I

 



maximocossio
Principiante

Sep 9, 2004, 12:39 PM

Mensaje #1 de 1 (7860 visitas)
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HISTORIA DE LAS CIUDADES I Responder Citando El Mensaje | Responder

HISTORIA DE LAS CIUDADES SEGUNDA PARTE

ARQ MÁXIMO COSSIO ETCHECOPAR
LA URBANIZACION COLONIAL

Innegablemente quienes vinieron a América a partir del siglo XVI no eran constructores ni educadores, Su misión fundamental, exclusiva, era la de colonizar tierras para el entonces poderoso imperio Español, y trasladar las riquezas que pudiesen obtener a España. Europa, por su parte, vivía influenciada por la cultura del renacimiento. Leonardo Benévolo en su libro “Las nuevas ciudades fundadas en el siglo XVI en América Latina” sostiene que “el esquema urbano ideado en América Latina en las primeras décadas del siglo y consolidado por lo que se llamó ley de 1573, fue el mismo esquema que se utilizó en todas las ciudades, no importaba el clima ni la topografía del terreno”.
El problema indígena provocó toda clase de controversias en los españoles que llegaron a América durante las décadas que siguieron a los primeros viajes de Colón.
Algunos, como Las Casas, afirmaban que los indígenas eran obedientes, pacíficos, pacientes y virtuosos. Otros, por el contrario sostenían que el indio era perezoso, vicioso, melancólico y cobarde. Estas dos formas diametralmente opuestas de juzgar al indio, llevó a que en 1513 se sancionase la ley de Burgos, la cual establecía que aquellos que mostrasen capacidad y deseo de convertirse en cristianos, debían ser dejados en libertad.
El primer intento realizado en 1516 a través del envío de tres frailes Jerónimos no dio resultados. La arbitraria política seguida para que españoles e indios conviviesen, hizo que se propagaran una serie de enfermedades contagiosas que provocaron, tanto de parte de los defensores de los indios, como de sus detractores.
En 1520 el rey por medio de su emisario- Rodrigo de Figueroa- Hizo que se les entregaran elementos de labranza a los indios, pero éstos prefirieron regresar a sus antiguas formas de vida. Rechazaron drásticamente vivir en las aparentes cómodas ciudades de los españoles.
Las ciudades en aquellos momentos estuvieron influenciadas casi en exclusividad por las ideas muy limitadas que los conquistadores tenían de las mismas, y el servicio que éstas debían prestarle. Era esencial que estuviesen ubicadas en lugares aptos para defenderla, y además con posibilidades de alimentarse en forma autónoma. Estas particulares formas de construirlas, hizo que estuviesen mal comunicadas entre si, y con pocas o ninguna posibilidad de prestarse ayuda en caso de ataques. Los españoles separaron en todos los casos sin excepción sus viviendas de los indígenas, que aceptaron de alguna forma pertenecer dentro de su radio de influencia.
En general las ciudades construidas por los españoles tenían entre si muchos paralelos, constaban de una plaza mayor, con cuadras (dameros) trazadas que convergían hacia la plaza. Rodeando a esta plaza, estaban los edificios más importantes de la ciudad. La iglesia, los negocios, los funcionarios, etc..
LA GLOBALIZACION UNO DE LOS CUATROS
JINETES DEL APOCALIPSIS

Compartiendo “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuántos sufren”, debo decir para contribuir desde mi interior sobre los problemas, donde se juegan la existencia y el porvenir de los hombres y los pueblos. Y cuándo se visualizan todos los problemas y desafíos implicados en el hábitat humano.
¿Quién puede dudar de la existencia y el porvenir de la humanidad se afronta desde una perspectiva singularmente grave, compleja y de vasta magnitud?.
Resulta hoy evidente que las condiciones generales del medio humano sufrirán cambios profundos, que afectarán a la misma civilización, en las próximas décadas. Bajo los impactos de múltiples influjos combinados con el crecimiento acelerado, con el ritmo vertiginoso y concentrado de urbanización, con el tránsito de las sociedades agrarias hacia diversas formas de industrialización, con los complejos de migración en cuadros nuevos de movilidad humana,, con la difusión de todos los niveles de los progresos, científicos, tecnológicos y educativos, de la creación de nuevas condiciones y espacios políticos y económicos, etc., nuevos horizontes- cualitativamente diversos- de perfilan en cuanto al hábitat de los hombres y de los pueblos, la inmensidad de los desafíos que abre tal perspectiva y de las tareas y recursos que exige para “preparar para todos los habitantes de la tierra un medio conveniente y verdaderamente humano”.
¿ Se está en verdad preparado técnica, política y espiritualmente para enfrentar con serenidad tales urgentes problemas del medio humano, para sobreponerse al alud agobiante de los acontecimientos espontáneos que los alimentan sin cesar, para elevarse por encima de Hábitos e intereses arraigados y dominar así las tendencias de evolución, controlándolas y orientándolas hacia soluciones plenamente humanas?
Dada la magnitud y velocidad de todos los procesos de cambio del medio humano. La complejidad de la implantación y adaptación de las comunidades humanas en dicho contexto, la despreocupación, o ignorancia, o resistencia a dichos desafíos, es necesario una estrategia deliberada—a escala nacional e internacional---lucidamente programada para crear las condiciones capaces de mejorar sustancialmente la morada de los hombres en su existencia histórica.
ENTRANDO Y MIRANDO AL TERCER MILENIO

Ante los problemas del medio humano que se vislumbran en las previsiones y predicciones del año 2000, ¿ quién puede hoy confiar, en los efectos moderadores y “salvíficos” del progreso material dejado al azar o las simples fuerzas de la economía? La contracara de un optimismo liberal irresponsable es un pesimismo desesperanzado que se manifiesta en augurios catastróficos y apocalípticos. Además, por todas partes se ven los efectos advertibles de un crecimiento descontrolado, desequilibrado y desigual que sigue su curso manifiesto en las injusticias evidentes que exigen un nuevo orden económico internacional, en el desarrollo caótico y anárquico de la urbanización, en la marginalidad ecológica de vastos asentamientos humanos (barrios, áreas rurales y pueblos) mantenidos al margen de los logros de la civilización, en la contaminación ambiental.
Pero por cierto el nuevo orden internacional no es la cruel globalización, que hoy se está planteando.
Igualmente evidentes son los males que afectan al medio humano y que brotan de la existencia de edificios masivos y desperzonalizantes que son expresión de un colectivismo que, en teoría o en la práctica, niega dignidad suficiente a la persona o a la estructura humana de la familia.
El dilema resulta, pues, esencial. O se adquiere la capacidad se afirma la voluntad real de construir deliberadamente- dominando su crecimiento, regulando su organización, logrando un uso acomodado al bien común- un hábitat sustancialmente diferente del que las actuales condiciones producen, o las nuevas generaciones recibirán el triste legado de un medio humano incapaz de satisfacer las aspiraciones a una vida digna y feliz para todos.
Las exigencias de la vida privada, personal y familiar, exigen que la vivienda sea también la base de encuentros, intercambios y enriquecimiento mutuo en el orden de la vida social, Y todo ello implica una distribución y concepción apropiada de ciudades a dimensiones humanas, un desarrollo de unidades de vecindad y nuevas formas comunitarias de relación y cooperación, un adecuado sistema de transportes y comunicaciones, la reducción de distancias agobiantes entre hogares y lugares de trabajo, una preocupación estética por la belleza de la vivienda y su entorno, verdaderas obras de arquitectura y no meras construcciones. Una nueva síntesis entre las creaciones técnicas del medio humano y un ambiente natural que asegure espacios libres y de recreo, y equilibrio ecológico y psicológico; en fin, hace falta toda una nueva planificación, que deje espacio físico,social, económico y cultural para la vida de las comunidades humanas.
LA LECCION DEL PASADO

La palabra civilización posee un doble sentido de acción de estado, pero es el primero de ellos el que le da toda su significación. La civilización es una acción de civilizar, un perfeccionamiento; perfeccionamiento que puede considerarse como un desarrollo progresivo, irregular y desigual de las funciones sociales, coordinadas y a pesar de ello relativamente autónomas, en las técnicas de la economía, el pensamiento, el placer y las artes, la organización y la coordinación de la vida colectiva.
En el sentido del estado, la palabra toma una significación más general pero esencialmente descriptiva y estática; es el conjunto de los caracteres que presenta la vida de un grupo o de una época. Este sentido de doble acción de estado acentúa dos aspectos opuestos y fundamentales de la vida social; variación y permanencia, aptitud para el cambio y conservación de lo adquirido.
Las adquisiciones del hombre en el curso de su vida individual no se hacen hereditarias y no se trasmiten a su descendencia. Nacida en la vida social, la civilización sin embargo ha podido conservarse y progresar, a pesar de las fluctuaciones, por la enseñanza y la tradición que llenan en la vida colectiva las mismas funciones de transmisión conservación que cumple la herencia en la vida orgánica.
Hacer, innovar, inventar es el destino de los individuos. Las dotes del espíritu, el gusto, la inteligencia y la invención, derivan, aún siendo desiguales y desigualmente repartidas, de disposiciones hereditarias. A éstas dotes la sociedad contribuye a desarrollar y permite que se realicen. Pero la innovación y la invención son hechos aislados, perdidos para la civilización en tanto que sus esfuerzos no sean fijados para la tradición.
La sociedad es necesaria. Ella es factor de permanencia, guardiana de las adquisiciones anteriores que ella trasmite a los individuos y a las generaciones sucesivas actuando como una potencia conservadora.
Por otra parte ella es también factor de variación, porqué solamente la vida colectiva permite al individuo cristalizar sus posibilidades pues despierta y activa sus dotes de iniciativa e invención. Los intereses del individuo y de la sociedad son solidarios. La vida social implica en el fondo una solidaridad y una reciprocidad de servicios determinados por las condiciones de existencia de la sociedad y del individuo.
Una sociedad es por sobre toda otra cosa una suma de individuos.
La vida de la sociedad tanto espiritual como material, es orgánica, porqué ese cuerpo que nace, crece, se reproduce, o se reduce hasta desaparecer; que posee partes que mueren y se reemplazan por otras producidas por generación, puede decirse bien que se expresa como un cuerpo vivo; y como todo cuerpo vivo la vida de las sociedades está sometida a ciertas condiciones. Ante todo una sociedad no puede existir si los elementos que la componen no tienen conciencia de su existencia: conciencia del pasado, conciencia del presente y del futuro, que nos da en definitiva el sentido de permanencia. Esta conciencia se manifiesta por el sentimiento social, sentimiento de pertenecer a un grupo y de dependencia frente al mismo.
Luego una sociedad debe asegurar su permanencia, porqué la vida no es plenamente válido sino cuándo ella se prolonga en el tiempo y en el espacio. Conciencia y duración postulan la existencia de los individuos; la sociedad debe pues tener en cuenta sus condiciones de existencia tanto como las suyas propias.
La ciudad es efectivamente el cuadro de la vida social. Pero la ciudad no es una cantidad de edificios públicos o privados vinculados a espacios libres. No se debe separar el continente del contenido, la ciudad de sus habitantes, y sobre todo de sus acciones.
La función crea al órgano: el aspecto que representa la ciudad, su forma material, es la resultante de sus condiciones de vida y todas las ciudades del presente y del pasado lo atestiguan así.
Entre Tell-el-Amarna, simple agrupación de viviendas, bastante parecida a treinta siglos de distancia a las aldeas de mineros del norte, y una ciudad como Priene, cuadro de una forma superior de vida colectiva, se presenta toda una gama de transiciones representativas de todos los regímenes. Los ejemplos son numerosos. Tomemos Nueva York: es un organismo de células no diferenciadas. Loteo ordenado, pero el orden no es mas que aparente, porque la diferenciación necesaria se realiza en la tercera dimensión y las localizaciones orgánicas están hechas al azar bajo el imperio impersonal de las cosas. En Montpazier el orden es por el contrario real, pero el organismo que nos lo revela, embrionario; las necesidades materiales y espirituales de los habitantes se hallan satisfechas pero las sociales no. La cabeza está en otra parte. Korsabad y Cousy, ciudades de déspotas, nos presentan a veinte siglos de separación, dos estructuras semejantes; la cabeza existe aquí pero lo absorbe todo. La ciudad está a su servicio y lo divino es su instrumento de poder. La ciudad se transforma en un órgano de la vida política pero no participa de ella.
Pekín se nos aparece como la transición entre la ciudad de los déspotas y la de los reyes. Creada por las necesidades de una política, es por excelencia el efecto de la voluntad de un hombre en el que se vislumbra al soberano teñido por los reflejos de la divinidad. Ciudades de príncipes, Caprarole, Richelieu, Versailles, en las cuales la ciudad es solo una dependencia del Castillo. Ciudad de monarca, el París de Napoleón III no es una ciudad creada, sino una entidad que revela una voluntad continuada “el gran designio de los reyes” que Napoleón condujo a su logro. En la composición del centro todo concurre a la exaltación del soberano. El resto de la ciudad satisface las necesidades de la vida material y las del espíritu, pero la vida política está centrada en las Tullerias, Hisphan y Carlsruhe, se inspiran en los mismos principios. Washington es la capital de un monarca constitucional, el presidente y el congreso se dividen el poder, pero la ciudad no toma parte de la vida política. Pérgamo es la hija de Eumene; su palacio domina la ciudad, y los edificios del culto se escalonan inmediatamente abajo, El arte y la literatura gozan de honor, pero más que como el producto de la raza aparece como el fruto de una doctrina.
Si el teatro está abierto a todo el mundo la biblioteca sólo sirve a una “elite”. La ciudad guarda de todas maneras un resto de vida cívica que se manifiesta en el Ágora.
Esta vida cívica la sentimos débil pero íntegra en las ciudades libres de la edad media tales como Rthenburg. Mezclada íntimamente con lo sagrado, es mucho más intensa que las aldeas de los pueblos del pacífico. En la Pompeya republicana se la ve expandir en forma completa pero es Priene la que nos da la representación más acabada.
Priene, cuyo trazado elemental puede mover a sonrisa, es sin embargo una de las ciudades como organización espacial de la sociedad ha encontrado su más alta expresión. Situada sobre las riveras Jónicas, Priene, la segunda Priene más exactamente, pues la primera fue sepultada bajo los aluviones del meandro, fue una ciudad creada con deliberación.
Fundada alrededor del año 350 A.C fue trazada de una manera sistemática; su plan completado por un gran eje este- oeste y un damero de alrededor de 80 manzanas con cuatro a cinco casas en cada una que da a una población de tres a cinco mil almas, incluyendo los esclavos.
Sobre el fondo de las viviendas se destacan los edificios públicos, pero lo que se ve en Priene más que los edificios del culto, son los órganos de una vida política libre y consciente, y lugares tales como los gimnasios, el teatro, el estadio, destinados a la satisfacción de necesidades específicamente sociales. El Ágora centro de la vida política y comercial donde reina el pueblo, está emplazado sobre el gran eje este-oeste. El Ágora comercial, al sur, es un vasto patio embaldosado con mármol, con tres costados rodeados de pórticos y en el centro el altar de la ciudad. El templo de Zeus flanquea al Ágora por el este mientras que al oeste se ubica el pequeño mercado de pescado. El Ágora político, de poco ancho y separado de la calle por un largo parapeto, se encuentra cerrado al norte por un doble pórtico de acceso a los edificios administrativos de la ciudad, el Ekklesiasterion sede de la Boulé y del Prytaneion. Al norte del Ágora está el gimnasio y más arriba el teatro parcialmente excavado en la roca. Desde lo alto de sus graderías los habitantes de Priene podían ver a su derecha, elevarse sobre sus altas fundaciones el templo de Athenea, obra maestra de Pytheos con la vista del golfo látmico como tela de fondo. El pequeño santuario de Démeter, aún más arriba, ponía la nota sagrada en la roca coronada por la fortaleza.
Un segundo gimnasio flanqueado por un estadio, se edificó en la parte sur de la ciudad, poco tiempo después de su fundación.
Ni la adhesión al suelo, ni la solidaridad del trabajo, bastan para constituir sociedades suficientemente resistentes. Es por la acción común que la sociedad adquiere conciencia de si misma.; ella es ante nada una solidaridad activa, pero ésta solidaridad activa no puede manifestarse sino cuándo los individuos son semejantes. La simpatía, reflejo casi automático, que es la base de los sentimientos sociales, no se desarrolla con fuerza y eficacia sino cuándo los individuos se encuentran con sus semejantes. Aún más, si en una colectividad que por su extensión y complejidad no puede ser abarcada por el pensamiento, y que llega por la educación, el entrenamiento social y la costumbre a poder ser captada en la especie de un signo o un símbolo, se produce una regresión de los sentimientos sociales, no se pueden restaurar éstos sino volviendo al contenido mismo del símbolo, es decir a la representación directa del grupo. Hacer entonces un llamado al encuentro para provocar el contacto y a la imaginación y el corazón para despertar los sentimientos sociales, es el secreto de todos los métodos que buscan de reavivar o reforzar en nosotros el sentimiento de lo social. Se percibe así la importancia de las reuniones, de las ceremonias,, en las cuales puede importar menos el contenido que la forma, el carácter tradicional, y su valor como testimonio de adhesión al grupo. Es así que Priene, por el número y variedad de sus sitios de reunión, adaptados con perfección a las diversidades de la vida colectiva, se nos aparece como uno de los ejemplos de organización social más perfecta.
La ciudad es así un órgano esencial de la vida colectiva. Pero las funciones de una ciudad son múltiples y complejas; algunas de orden general, son comunes a todas las ciudades mientras que otras son particulares a algunas. Entre las primeras, están las funciones que aseguran las condiciones de existencia de la sociedad en su conjunto, otras conciernen a las condiciones de vida del individuo. ESTAS FUNCIONES SON

1- Favorecer la eclosión del sentimiento social o su mantenimiento.
2-
3- Proporcionar marco a todas las instituciones sociales, políticas, culturales y económicas.
4- Facilitar la vida de relación y las actividades de esparcimiento y las actividades de esparcimiento.
5- Proporcionar a todos los habitantes, alojamiento conveniente, es decir, en el cual el espacio, el aire, el sol, estén asegurados con largueza.
6- Asegurar todos los servicios conforme con las necesidades de la vida.
7- Para lograr todo esto aplicar el desarrollo sustentable, ej. Código de planeamiento
De la ciudad de Yerba Buena, Tucumán, Argentina. Ordenanza 613/94

Las funciones particulares son en realidad funciones sociales en la escala de la región o la nación entera, y ella caracteriza la ciudad.
Tenemos así la ciudad capital (áreas metropolitanas), la ciudad universitaria, la ciudad fortaleza, la ciudad puerto, la ciudad industrial, etc.
A pesar de su importancia, la función no es el único dato del problema.
Establecen otros la ubicación topográfica, la porción del suelo que ocupa la ciudad y el cuadro geográfico. La ubicación recibe a la ciudad, pero es el marco geográfico el que le permite vivir; porqué no menos que el organismo animal, el organismo social no puede vivir ni crecer sino consigue procurarse los medios de subsistencia necesarios, ya sea que los produzca en su propio suelo, ya que los obtenga por intercambio de otros productos o servicios. La ciudad no es más que una parte de un conjunto político y económico y su vida material está asegurada por los recursos económicos, los productos agrícolas, las fuentes de materia prima, las de energía, las de vías de comunicación del mencionado conjunto, por los flujos y reflujos de las comunicaciones.
Este cuadro geográfico tiene su extensión limitada por las zonas de influencia de las aglomeraciones vecinas y no se debe encarar un problema de urbanismo, y o planeamiento global sin referirse a sus elementos constitutivos.
La determinación de los ejes de la ciudad en el sentido de las corrientes naturales de la circulación general de manera que sean resultantes del marco geográfico debe ser la base del plan. Cada elemento debe tener su lugar natural, cada órgano debe estar ubicado en el cuerpo urbano en el sitio en que debe normalmente llenar su cometido, Será creado el orden urbano, no por un trazado más o menos regular sino por la localización de las funciones. Estas funciones no se ordenan solamente en el espacio, sino también en el tiempo en la apreciación de las distancias.
En cuánto a la estética, se resuelve por dos reglas. Obteniendo sus efectos por la sucesión de los espacios, ya que el espectador está en el interior y no en el exterior, y de otra manera se opondría siempre la forma al fondo espacial. Por la otra regla, el aspecto panorámico se ha de traducir en líneas que asocien el relieve de las construcciones al del suelo, para que la línea general de la ciudad adquiera así su significación en función del elemento dominante.
El urbanismo es un arte, es decir una síntesis y una acción, siendo su objeto la creación, transformación o extensión de las aglomeraciones urbanas. La práctica de éste arte se funda sobre cierto número de conocimientos por el conjunto de disciplinas diversas, tales como la política, la sociología, la sicología, la morfología social, la demografía, la economía, el derecho, la historia, la geografía, la topografía, la tecnología, la estética: ser arquitecto.
Estas disciplinas salvo la primera y las dos últimas, suministran los elementos analíticos necesarios para la comprensión del problema dado.
La tarea de realizar materialmente el proyecto del urbanista se confía a las autoridades locales previa participación ciudadana. Esta realización fija por largo tiempo las características de la ciudad e indica cuáles pueden ser en el futuro las repercusiones de una carencia de preparación en el presente. El urbanista trabaja sobre todo para el futuro, al satisfacer su propia generación corre el riesgo de pasar con ella. Para organizar la sociedad en el espacio hace falta prever su evolución y entre los datos del problema están los cambios sociales que ajustan su paso al del progreso técnico, puesto que la buena forma de lograr la mayor eficacia debe ser también la adaptación más exacta al fin perseguido.
Una sociedad no puede crearse sin gestar el ideal de un mismo golpe, es decir mostrar el fin que se ha de perseguir. Este fin debe ser común a todos los elementos del grupo, y de faltar se expone a una carencia de cohesión, y aún a una ruptura por la negativa de una parte a sufrir las molestias comunes. Ahora bien; el ideal de todo hombre, ideal consciente o no, es el de proveer a su propio logro, es decir poder realizar todas las posibilidades de que la naturaleza le ha dotado. Este poder de realizarse, la libertad en una palabra, se basa esencialmente en dos condiciones: aceptación libre de las penurias sociales y disminución de las molestias materiales que la obligación de satisfacer sus necesidades impone al hombre. El papel de la política es del contribuir a realizar la primera de éstas condiciones. Para ello debe construir el orden social de tal suerte que los lujos de la sociedad tengan una impersonalidad, una objetividad y una autoridad comparables a la necesidad de las fuerzas naturales. Si uno de los papeles de la política es hacerle aceptar al individuo las molestias sociales, el papel principal de la economía es el de librar al hombre en todo lo posible de las preocupaciones materiales, es decir el de establecer una relación justa entre el trabajo forzado, necesario para la satisfacción de las exigencias de la vida material y el trabajo libre, actividad de esparcimiento. Es con éste fin que debe organizarse la producción de todo lo que es necesario materialmente a la vida de la sociedad y de los individuos, la circulación de sus productos y las modalidades de su repartición.
El advenimiento de las masas populares a la vida política, su transformación progresiva en clases dirigentes, es unas de las características más salientes de nuestra época. La evolución es inevitable y la ciudad del mañana será la ciudad del pueblo. Ella deberá satisfacer a la vez las condiciones de existencia de la sociedad y la de los individuos; condiciones que además se confunden en parte. En efecto, para la eclosión de los sentimientos sociales, la vida de relación, el ejercicio del pensamiento, actividades del juego, sociedad e individuos utilizan los mismos lugares, tienen necesidad de los mismos marcos. Así, los lugares sagrados del recuerdo, las plazas, los teatros al aire libre, los estadios, las salas de asambleas, de teatro, de conciertos, de exposiciones, los grandes centros comerciales; todos los sitios de reunión, que son el corazón de la ciudad, que hacen la ciudad. Es la fuerza de atracción del centro la que ayuda a la comunión de los hombres. Cuándo ésta fuerza de atracción desaparece para ser reemplazada por el deseo de evasión, es signo de que la ciudad no responde más a su fin. Cerca del centro, los edificios representativos. Portadores del símbolo, tales como las sedes de las instituciones y los útiles del pensamiento; museos escuelas, universidades, laboratorios, computarizadas bibliotecas, la ciudad se ordena alrededor del centro que cada vez se especializa más.
El barrio de viviendas, y dentro de el, la casa. La casa dónde el hombre ejerce ciertas funciones al abrigo del medio exterior: éstas funciones orgánicas y otras deben satisfacerse en las mejores condiciones posibles. Pero este fin particular de la casa es sobrepasado por su papel social, la que la casa es la cuna de la familia y ella marca el trazo de unión entre una generación y otra. Además la casa debe suministrar al hombre el ambiente donde pueda expandirse, dónde él podrá organizar la vida a su medida. Si puesto afuera el individuo no es mas que un elemento de grupo, en su casa puede ser él mismo: su personalidad debe poder afirmarse, el hombre debe ser libre en su casa.
El barrio de habitación es un todo que comprende además de las viviendas, los centros sociales, el centro de salud, la iglesia, la universidad, la escuela los jardines de infantes, los campos de deportes, y cada vez mas los espacios verdes, sean públicos o privados, porqué tanto para su equilibrio físico como para el espiritual, el hombre necesita contacto cotidiano con la naturaleza, si ella debe ser eliminada del corazón urbano obra específicamente humana, debe por el contrario, inundar por entero la habitación de los hombres, los lugares de trabajo, fábricas, edificios de administración, comerciales, como los grandes centros que se construyen con tan poca arquitectura, deben ser concebidos y ubicados de manera de poder obtener la máxima eficacia del trabajo de los hombres, y Satisfaciendo Además las condiciones físicas y psicológicas del mismo. Pero el hombre sobre todo debe poder salvaguardar su dignidad en el cumplimiento de su tarea.
La sociedad es la que hace al hombre. El urbanismo, que es la organización espacial de la sociedad, debe así procurar de antemano satisfacer las condiciones que permiten a la sociedad existir realmente. Lo que el urbanismo debe aportar en cambio al hombre, es el sentimiento poderoso que no está solo, y al mismo tiempo debe proporcionarle el marco que le asegure, junto con cierta alegría de vivir, el respeto de su dignidad y la salvaguardia de su personalidad. Pero el urbanismo no sabría aportar la felicidad, porqué la felicidad es un mito que el hombre persigue sin alcanzarlo jamás. Solo el renunciación y la extrema prudencia, podrían, quizás, proporcionársela, pero el hombre no puede renunciar, y prefiere encarnizararse en la vana persecución, porqué ella es la vida misma.


 
 


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