ecynerev
Usuario Regular
/ Moderador
Abr 8, 2007, 12:59 AM
Mensaje #1 de 4
(4897 visitas)
Link
|
Un templo no es una morada: Una reflexión sobre la funcionalidad de la arquitectura. Click aquí...
"Sea música o filosofía, pintura o poesía, la obra del genio no es un objeto útil. La inutilidad es una de las características de las obras de los genios; es su titulo de nobleza. Todas las obras humanas existen sólo para preservación y alivio de nuestra existencia; a esas no las discutiremos aquí: en cambio aquellas existen para ellas mismas, y en ese sentido están para ser consideradas como la flor [..] de la existencia. Nuestro corazón es por eso regocijado por su disfrute, por lo que nos elevamos de la pesada atmósfera terrena de la necesidad y del deseo". Arthur Shoppenhauer.
¿Puede considerarse como arquitectura solamente aquellos espacios cuya función básica es la de hábitat del hombre? La primera respuesta, que para muchos sería la más acertada y lógica sería -Sí-, pues es innegable que el destino primordial de la arquitectura es satisfacer la necesidad humana de protección y resguardo ante el clima y todo aquello que represente un riesgo para la vida del hombre. Sin embargo, la respuesta puede resultar diferente si consideramos que para la construcción de cualquier estructura arquitectónica también son determinantes las las necesidades espirituales y anímicas del ser humano.
El Taj Mahal.
No es producto de la casualidad que paralelamente a la vivienda de los hombres se crearan edificios en los que el individuo tenía la posibilidad de aproximarse a lo divino. Este tipo de espacios la mayoría de las veces se construyeron con materiales más duraderos y lujosos que los que conformaban la propia casa del hombre. Así, entonces es que la historia de la arquitectura está marcada fundamentalmente por obras religiosas, majestuosas, debido a que el espacio se desarrollaba pensando más allá del plano físico.
La Acrópolis.
Si la arquitectura del pasado no se limitaba a cumplir únicamente con un papel utilitario, fue en gran medida por el deseo del hombre de ser inmortal. Lo trascendente y lo simbólico fueron lo que realmente puso en marcha a la arquitectura.
Así pues, a manera de escape de la realidad o como recurso instintivo, la arquitectura sacó de la imaginación, templos con enormes bloques verticales y horizontales, como los enigmáticos y soberbios edificios mesoamericanos, tumbas llamadas dólmenes, o cromlechs, cámaras de piedra formadas por grandes losas planas, obeliscos o menhires, columnas que se alzan imponentes como signos de eternidad que se colocan en interminables hileras indicando ordenaciones misteriosas. Esos monumentos megalíticos surgieron del espíritu del hombre primitivo que se abismaba en la oscuridad de lo desconocido o se iluminaba con la luz del universo. De ahí que entre las remotas construcciones pétreas desarrolladas a lo largo del orbe existan gestos y lenguajes similares.
Mont Saint Michel.
Sin lugar a dudas, en todos estos casos, los mitos y la idea de la existencia de un mundo alterno al nuestro fueron el motor que llevó al hombre a conformar estos espacios y tal como sucedió en la poesía o en la pintura la transición del mito a la arquitectura se efectuó a través de metáforas. Uno de los ejemplos más claros en este sentido se hizo visible en la Edad Media cuando en los pequeños templos de sólida arquitectura y reducidas ventanas las paredes fueron bañadas por la luz natural, tamizada por los colores elegidos por los artistas, llenando el espacio y transformándolo completamente de manera que la metáfora religiosa de la luz se hizo realidad material.
Pirámides de Gizeh.
Muchas y diversas han sido las motivaciones a partir de las que ha tomado forma la arquitectura a lo largo de la historia: Los gestos y vestimentas mágicas que representaron las -glorias celestes- del barroco se sacudieron como oleadas de color y relieve en busca de lo divino; la creencia en la razón humana, que al final siempre triunfa y que provoca el bien y la justicia; la velocidad; el peligro; la guerra... etc., etc., etc.
Plaza de San Pedro.
Evidentemente la arquitectura está al servicio del hombre, sí, pero si pretendemos que ésta pueda convertirse en un en un objeto primordial e incluso en un acto social, no debería restringirse el concepto de -funcionalidad- a aquella arquitectura que se adecua a los fines prácticos, lo que reduce al espacio a un contenedor de actividades. Por qué no erigir de nuevo la arquitectura como si fuera una catedral pensanda para concederle al hombre un espacio destinado más que a las acciones mecánicas a la reflexión, a la contemplación y al goce... lo que le otorgaría una vez más grandeza a la arquitectura.
Autor: Valentina Olmedo [www.arq.com.mx].
|
Boletín de Arquitectura
RSS
Twitter
Facebook
INDICE
BUSCAR
USUARIOS 
ACCESO A