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Sep 19, 2004, 3:49 PM
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LA ARQUITECTURA
Por Máximo Cossio Etchecopar
La arquitectura como todas las artes, como todo lo viviente, se transforma continuamente. Necesidades numerosas y diversas, la evolución de las costumbres, de las modas, de las ideas, de las condiciones exteriores, la diversidad de materiales, los procesos tecnológicos, hacen que la función arquitectural varíe de país a país, de época a época. Pero en el arte, el mas importante de los factores de variación reside con certeza en el espíritu creador del hombre.
La creación artística no es una tendencia de expresión de sentimientos, menos aun un juego superfluo, lujo. Para el artista el arte es algo esencial puesto que embarga la actividad total del hombre.
Es voluntad creadora por lo cual el hombre busca accionar sobre la materia, no para acomodarla a sus necesidades, sino para darse a si mismo y a los otros una prueba de sus fuerzas. Hacer, crear, son afirmaciones de querer vivir, manera particular de ser, de subsistir para escapar a la muerte y a la nada.
No hay creaciones absolutas, para comenzar hay formas que se utilizan. Y por lo menos toda creación supone una parte inédita y es a su encuentro que debemos en gran manera la evolución del arte.
Pero las novedades de formas y de contenido, no cuentan durante mucho tiempo por di mismas en el arte, porque pasado el efecto de sorpresa, cesan de existir como generatrices de impresiones estéticas.
Si la obra continúa interesando, es que la novedad no es esencial.
La finalidad de la obra puede no ser lo hermoso, pro es lo hermoso lo que la hace resistir, por que el hombre por su naturaleza es también factor de permanencia.
La arquitectura es generadora de valores y no solamente de valores de reserva o de valores de uso. El valor social de la arquitectura sobrepasa de lejos su valor económico, puesto que hecha con el planeamiento provee los cuadros de toda la vida colectiva y por ello es factor de civilización. Pero es sobre todo la belleza que la arquitectura adquiere un valor durable, puesto que ahora todos los otros valores son variables, solo lo hermoso da un valor siempre activo y actual a la obra.
Es evidente entonces que si el arquitecto debe satisfacer las exigencias prácticas de una construcción su tarea esencial es otra.
Las necesidades y las técnicas cambian pero el hombre vive.
Las generaciones por venir no tendrán en cuenta mas que los resultados.
Si queremos que nuestra época deje su huella hay que obras de belleza. Porque la historia no acuerda atención a los pueblos que no han sabido construir sus edificios.
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Boletín de Arquitectura
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